7 feb 2019

Manuel Rivas: el escritor que nos cuenta más cosas de las que queremos oír


Perfil
Manuel Rivas

Una voz combativa y directa contra las formas de injusticia que, lejos de caducar, se recrudecen y rebrotan con nuevas caras desacomplejadas

“El primer paso para detectar una injusticia es que comparezca la vergüenza”, afirma el autor gallego

Vivir sin permiso y otras historias de Oeste y Un manifiesto rebelde: contra todo esto, son sus dos últimos libros

Por Blas Villalta (*)

Blas Villalta
Manuel Rivas es de la sacrosanta estirpe de escritores que nos cuentan más cosas de las que queremos oír. En verso, en prosa, en cuentos o novelas que conservan la eficacia de la fábula, en las páginas frescas de un periódico, en el acelerado burbujeo de las redes sociales. Es de esos escritores necesarios, combativos desde el aliento poético, recreadores de los mundos más fecundos de la literatura oral.

De su mano hemos recorrido por mar y tierra la memoria de Galicia, un país con raíces tan profundas que rebrotan al otro lado del Atlántico, una aldea global a la vanguardia, un territorio de llamadas perdidas entre la resignación y el asombro. A través de sus crónicas periodísticas hemos conocido la fatigosa aventura de los pescadores que faenan en el Gran Sol, al Oeste de Irlanda, más allá de la línea del horizonte, la vida arriesgada de percebeiros y mariscadoras, la degradación ecológica sin freno de las costas salvajes y el bosque atlántico, las vidas trasplantadas de los que nacieron para ser emigrantes, la lenta despoblación del viejo mundo campesino en el interior de Galicia. Realidades duras e implacables que nos llegan a lo más hondo porque nos golpean con el arma más eficaz que puede utilizar un periodista poeta: el recurso a la belleza, el impacto por pura fuerza poética en la descripción de la realidad, que hace cierto el irónico título de uno de sus libros: El periodismo es un cuento.

Un poeta valiente y vigilante

Porque Manuel Rivas es sobre todo un poeta, en verso y en prosa. Un poeta al pie del bonsái atlántico. Un poeta valiente y vigilante, que retoma las viejas sonoridades que retumban como un eco en la secular poesía popular gallega para aderezarla de ritmos modernos, de cadencias de blues y de rock duro. En sus poemas palpita el drama de adolescencias truncadas, de emigrantes retornados que siguen buscando el secreto de la tierra, de memorias familiares en conflicto con el lenguaje, de un paisaje mental que sobrepasa bosques de carballos, naufragios de leyenda y faros sobre acantilados atormentados. El dolor vivo de Rosalía de Castro y la ironía ilustrada, filosófica, de Castelao. Poesía más allá de la línea del horizonte.

Narraciones que avanzan como entre los meandros de un gran río de aguas vivas, contándonos palmo a palmo las memorias que la memoria oficial quiso olvidar. Una purificadora quema de libros en la dársena de una ciudad abierta, bajo la mirada impotente de la Torre de Hércules. Un barco que naufraga y esparce su carga de acordeones, que se pasan toda la noche desafinando su canto de muerte a merced de las olas. Otro barco que se hunde en un apocalipsis de explosiones químicas. 

Contrabandistas de fardos de tabaco en las noches de luna sobre la arena y contrabandistas de libros en maletas que llegan al espacio de libertad de la librería Terranova desde las otras provincias del universo gallego: Buenos Aires, Portugal. Un maestro republicano que trata con humanidad a sus alumnos desconcertados, enseñándoles el arcano de la lengua de las mariposas, hasta que la marea del odio inunda el mundo y comienza una guerra sin final. Manuel Rivas retoma la denuncia de la barbarie hispánica que hizo otro gallego universal, Valle-Inclán: la persecución sin cuartel del espíritu ilustrado, de la conciencia ciudadana, de los que con acierto él llama “los hijos naturales de la Revolución Francesa”. El ataque a cañonazos del sueño ilustrado, de ilusiones colectivas que, como camelias, caen enteras sobre la tierra.

Escritor comprometido

Escritor comprometido con la belleza, Manuel Rivas es también a su modo un faro atlántico contra la desesperanza. Una voz combativa y directa contra las formas de injusticia que, lejos de caducar, se recrudecen y rebrotan con nuevas caras desacomplejadas. Por eso está presente más que nunca en las columnas periodísticas, en la efervescencia de las redes sociales, en su ejemplo de ciudadano atento, y por eso escribe sin miedo Contra todo esto, es decir, contra los ataques a la libertad del individuo, contra los crímenes machistas, contra la corrupción integrada en el sistema, contra la devaluación de la enseñanza pública, contra los atentados al medio ambiente, contra la mirada torcida a quienes no piensan como uno mismo. Dice que “el primer paso para detectar una injusticia es que comparezca la vergüenza”. Vergüenza que nos despierte y nos haga recuperar las esperanzas en un mundo más justo.

Manuel Rivas es el poeta ilustrado que, a la manera de John Berger, mira en los ojos de la gente del mar, de los campesinos, y escucha la verdad espontánea de sus palabras, para dotarla después de forma y gracia poéticas. Es el poeta que entiende y explica las realidades íntimas de Galicia, la música de arpas y gaitas en la niebla, el oleaje terco y despiadado del océano, el rumor de las fuentes y los regatos. Es el poeta que está en medio de los comedores de patatas, del millón de vacas que también miran la línea del horizonte. Seguidor del hermoso lema de los pioneros del galleguismo: “Galicia, célula de universalidad”, Manuel Rivas nos lleva a través del paisaje geográfico y humano de Galicia, de lo gallego, de la lengua gallega, a ese territorio sentimental donde la poesía explica el mundo, donde la dignidad y la idea ilustrada de ciudadanía son la norma y donde es cierto que los libros arden mal. Muy cerca de la línea del horizonte.

(*) Blas Villalta es profesor de Literatura. Ha impartido clases en La Solana, San Diego (EE UU) y actualmente enseña en la Escuela Europea de Bruselas III. Es vocal de la Junta Directiva de la Escuela de Ciudadanos.

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