23 nov 2019

La polémica sobre si debe llamarse la España vacía o vaciada



El gran éxito del libro de Sergio del Molino La España vacía (Turner Noema, 2016) puso el problema sobre la mesa. Acuñó en tres palabras el grave problema de la despoblación. Posteriormente, surgieron plataformas de esa España olvidada que se manifestaron por el concepto “España vaciada”. Otros expertos señalan que ni la una ni la otra. 

El periodista y experto en el lenguaje Alex Grijelmo ha escrito que “no debemos dividir nuestros mensajes en dos lemas, en dos banderas”. Por su parte, Josefina Mendoza, catedrática emérita de Geografía de la Universidad Autónoma de Madrid, publicaba recientemente un artículo titulado “Por favor, no la llamen España vacía”. 

Rescatamos esos dos interesantes puntos de vista para un mejor conocimiento del tema.


La España vacía o vaciada


Por Alex Grijelmo, El País

Sergio del Molino tituló La España vacía el libro que publicó en 2016 para abordar las rémoras sociales y económicas relacionadas con el desigual reparto de la población. Su obra activó las conciencias, aportó información y argumentos, fue el desencadenante de una lucha nueva […] A pesar de esa mayor precisión del término “vaciada”, me sentí incómodo con él. Como persona concienciada desde hace años con el problema de la despoblación y las emigraciones de Castilla, pensé que, si ya habíamos adoptado la fórmula de Sergio del Molino, no convenía dividir nuestros mensajes en dos lemas, en dos banderas: ¿Debemos hablar de “vacía” o de “vaciada”? ¿Hay que añadir un doblete más, como ya se empieza a oír? (“los problemas de la España vacía o vaciada”). ¿Cuál de los dos términos nos parece más movilizador y progresista?



“Por favor, no la llamen España vacía”


Por Josefina Mendoza, El País

Lo de la “España vacía” viene del éxito del libro de Sergio del Molino de 2016; pero se olvida que su subtítulo era Viaje por un país que nunca fue. Es un interesante ensayo sobre algunos de los espacios que se convirtieron en representaciones icónicas de la pobreza y decadencia españolas, en gran parte creaciones literarias del romanticismo o del regeneracionismo. Lugares como Las Hurdes, las llanuras manchegas del Quijote, o las montañas del maestrazgo carlista, que han quedado desposeídos de su realidad para administrar sus tradiciones literarias.

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