14 nov 2013

VI Curso 2013-2014: Soledad Becerril

Una foto histórica: Soledad Becerril, con su compañero de partido y también ministro de UCD, Jaime García Añoveros

Una mujer de vanguardia

Soledad Becerril es una de las mujeres pioneras en el campo de la política en España. Después de la anarquista Federica Montseny, ministra durante la II República, Becerril es la segunda mujer que llega al Consejo de Ministros. Ha recorrido un largo camino como servidora pública, como concejala, alcaldesa, diputada, senadora y finalmente Defensora del Pueblo.

En el año 2009, Román Orozco, periodista y director-fundador de la Escuela de Ciudadanos, la incluyó en su libro 50 Mujeres en vanguardia, dentro del capítulo de Las pioneras. Este es un extracto del libro en el que se dibuja un perfil de la actual Defensora del Pueblo.

“El presidente quiere verla en La Moncloa”

Soledad: “Me quedé un poco asustada, sorprendida. Calvo Sotelo me dio dos horas para pensármelo”

“No me detuve a pensar que hacía historia al ser nombrada ministra. Me preocupaba hacerlo bien”

Por Román Orozco

Con otro estilo, más suave, pero también con fortaleza e inteligencia, una sevillana de adopción se convirtió en la primera ministra de la joven democracia española restaurada. La segunda en toda la historia, después de la anarquista Federica Montseny, nombrada ministra de Sanidad pocos meses después de iniciada la guerra civil en 1936.

Medio siglo después, una mañana de diciembre de 1981, una joven diputada y secretaria tercera de la Mesa del Congreso, recibió una llamada telefónica que tantos esperan inútilmente.

- El presidente quiera verla a primera hora de la tarde en La Moncloa.

Soledad Becerril Bustamante, una joven menuda de abundante y rizada cabellera rubia, supo enseguida lo que le esperaba. El presidente Leopoldo Calvo Sotelo, que había sustituido a Adolfo Suárez, estaba formando nuevo gobierno. Le ofreció la cartera de Cultura.

- Me quedé un poco asustada, sorprendida. Me dio dos horas para pensármelo.

Llamó a la familia, a algunos amigos, entre ellos Víctor Carrascal, liberal y diputado como ella por la Unión del Centro Democrático (UCD). Habló con el personal de confianza del presidente. Todos la animaron. Sobre las siete de la tarde dio el sí. Todo lo demás sucedió a velocidad de vértigo.

Al día siguiente se produjo el nombramiento, visitó a su antecesor, Iñigo Cavero, en la entonces sede de Cultura, donde había estado el franquista ministerio de Información y Turismo y después estaría el ministerio de Defensa. Cavero le presentó al personal de confianza. Le hizo un resumen de la situación. Y a trabajar.

- ¿Sentía que estaba haciendo historia, que era la primera ministra de la democracia?

- No me detuve a pensar en eso. Todo iba muy rápido. Me preocupaba hacerlo bien. En esos momentos se comenzaban a hacer las primeras transferencias de competencias a las Comunidades Autónomas en materia cultural y mucha gente estaba esperando. No había tiempo que perder en cavilaciones.

Pero si ella no lo pensaba, otros sí. Los primeros días como ministra “apenas si me dejaban trabajar”. Su nombramiento había provocado una enorme curiosidad en los medios informativos: era mujer, un bicho raro en la cima del poder. Recibió docenas de peticiones de entrevistas, muchas de ellas de medios extranjeros.

- Un buen día, dije: basta. No me puedo pasar el día dando entrevistas y posando para televisiones extranjeras. Algunas llegadas de Japón.

Soledad Becerril, una mujer en un mundo entonces casi exclusivo de los hombres: junto al Ministro Rodolfo Martín Villa (izquierda) y al fondo Miguel Arredonda (diputado del PA) y José Rodriguez de la Borbolla (senador del PSOE y mas tarde presidente de la Junta de Andalucía). Fotos Pablo Juliá.

Nacida en Madrid en 1944, Soledad era licenciada en Filología Inglesa y había estudiado Ciencias Políticas en la Universidad de Columbia (Nueva York). Daba clases de inglés en el Centro de Estudios Universitarios (CEU) cuando se casa con Rafael Atienza, marqués de Salvatierra, un aristócrata liberal originario de Ronda.

Soledad podía haber pasado el resto de sus días luciendo el titulo de marquesa en los salones sevillanos, pero no. No sería la señora de Atienza, sino que más bien el marqués se convertiría en el marido de la alcaldesa de Sevilla y más tarde de la ministra de Cultura.

Porque desde que en 1970, con 26 años, se instaló en Sevilla, Soledad no paró: comenzó a dar clases en la Facultad de Ciencias Económicas y se relacionó con destacados profesionales e intelectuales. Con algunos de ellos, Jaime García Añoveros, Emilio Pérez Ruiz o Ignacio Vázquez Parladé funda en octubre de 1974 la revista La Ilustración General, una publicación mensual en la que escriben gentes de variadas procedencias ideológicas y que sufre la censura y el secuestro de algún número por parte de la autoridad franquista.

Al tiempo, inicia su militancia política en la Federación de Partidos Demócratas y Liberales que lidera otro futuro ministro de la UCD, Joaquín Garrigues Walker y es la cabeza visible del Partido Liberal en Andalucía.

Llegan las primeras elecciones y resulta elegida diputada nacional. En mitad de la legislatura, la nombran ministra. Pero el pujante socialismo de otro sevillano, Felipe González, dinamitará el endeble tejido que mantenía unida a la UCD. En 1982, queda fuera del Congreso y se retira de la política. Solo por cinco años, porque en 1987 se presenta a la alcaldía de Sevilla, como independiente dentro de las filas de Alianza Popular, el padre del actual Partido Popular (PP) y sale elegida concejala.

Soledad permanecerá 13 años en el ayuntamiento de la capital andaluza. Los cuatro primeros en la oposición, cuatro como primera teniente de alcalde en alianza con el Partido Andalucista (PA) y finalmente cuatro como alcaldesa, apoyada en ese mismo partido. Soledad se convierte en la primera mujer que preside el Ayuntamiento de Sevilla. Sonados fueron sus enfrentamientos con su socio político, el remilgado Rojas Marcos, con el que se ve obligado a gobernar.

En las elecciones de 1999, aunque Soledad encabeza la lista mas votada, el PA cambia de socio y se alía con el PSOE. La misma operación que ella había hecho en 1991, al dejar fuera del poder a los socialistas que habían ganado las elecciones.

Paralelamente, y desde 1989, mantiene su escaño como diputada o senadora por el PP.

El momento más amargo de su larga trayectoria política le llega la noche del 30 de enero de 1998. Un comando de ETA asesina a su amigo y segundo teniente de alcalde Alberto Jiménez Becerril y a su esposa, Ascensión García, cuando paseaban por el centro de Sevilla. Durante días, la imagen de Soledad enlutada y con el rostro transido de dolor, emociona a muchos sevillanos.

Enlace

La Defensora en la Escuela de Ciudadanos




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