¿Alguien duda a estas alturas que el canon sobre el que enseñamos es occidental, eurocéntrico, blanco, cristiano, masculino, urbano?
A la imposibilidad que muchas mujeres tuvieron de publicar durante siglos se sumó la invisibilidad de aquellas que sí lo consiguieron, con sus nombres verdaderos o con nombres masculinos fingidos
Blas Villalta recuerda a algunas de las escritoras que consiguieron sobresalir en un mundo de hombres, ante el encuentro entre Berna González Harbour y Nuria Barrios
Por Blas Villalta (*)
La historia de la literatura, como todas las ciencias y
letras, es enseñada siguiendo un canon. El canon va moldeándose al ritmo que se
mueve la sociedad, la política, la cultura. Y el canon, como el idioma, no lo
dispone un grupo de personas por decreto: se hace con idas y venidas, se
modifica, se consolida. Y también se discute, se cuestiona, se golpea, se
deshace o se rehace por las mismas corrientes humanas que modelan la cultura.
En nuestro sistema
educativo español, como en los diferentes sistemas de nuestro entorno,
estudiamos y enseñamos siguiendo un canon configurado por la historia política
y social de nuestro país, por el desarrollo de nuestro o nuestros idiomas, por
la evolución de las demandas de grupos sociales, por las posibilidades de
consumo y acceso a productos culturales, por tantas cosas...