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24 feb 2020

Nuestros libros de texto están poblados de nombres masculinos en una proporción exagerada


¿Alguien duda a estas alturas que el canon sobre el que enseñamos es occidental, eurocéntrico, blanco, cristiano, masculino, urbano?


A la imposibilidad que muchas mujeres tuvieron de publicar durante siglos se sumó la invisibilidad de aquellas que sí lo consiguieron, con sus nombres verdaderos o con nombres masculinos fingidos


Blas Villalta recuerda a algunas de las escritoras que consiguieron sobresalir en un mundo de hombres, ante el encuentro entre Berna González Harbour y Nuria Barrios


  
Por Blas Villalta (*)

La historia de la literatura, como todas las ciencias y letras, es enseñada siguiendo un canon. El canon va moldeándose al ritmo que se mueve la sociedad, la política, la cultura. Y el canon, como el idioma, no lo dispone un grupo de personas por decreto: se hace con idas y venidas, se modifica, se consolida. Y también se discute, se cuestiona, se golpea, se deshace o se rehace por las mismas corrientes humanas que modelan la cultura.

En nuestro sistema educativo español, como en los diferentes sistemas de nuestro entorno, estudiamos y enseñamos siguiendo un canon configurado por la historia política y social de nuestro país, por el desarrollo de nuestro o nuestros idiomas, por la evolución de las demandas de grupos sociales, por las posibilidades de consumo y acceso a productos culturales, por tantas cosas...