Por Joaquín Estefanía.
Ensayo. El planeta ha dejado técnicamente la recesión que le ha acechado desde el verano del año 2007. Está saliendo de la crisis a distintas velocidades: mientras muchos países emergentes han tomado fuerza y Estados Unidos debate sobre si se han acabado sus problemas más lacerantes o vienen otros por delante, Europa -y dentro de Europa, España- y Japón se encuentran muy rezagados sobre lo que se podría denominar vuelta a la normalidad.
Cada vez va siendo más urgente analizar las huellas que la Gran Recesión, profunda y muy larga, ha dejado en nuestras sociedades. No sólo en materia económica (destrucción de puestos de trabajo, empobrecimiento de las clases medias, endeudamiento de los Estados) sino social (se ha detenido la lucha contra el cambio climático) y política (debilitamiento de la calidad de la democracia).
La crisis ha sido mucho más que una simple avería de las que, dentro de la teoría de los ciclos, tiene el capitalismo. La contradicción principal en las sociedades, dice Touraine, ha cambiado en este periodo: ya no se trata de la dialéctica tradicional entre los propietarios de los medios de producción y los asalariados, como ocurrió durante al menos los dos últimos siglos, sino entre los financieros que han causado los principales problemas (no hay crédito y si no hay crédito no hay inversión, crecimiento ni empleo) y el resto de los ciudadanos (empresarios, sobre todo pequeños y medianos, asalariados, desempleados y todo un conjunto cada vez mayor de desarraigados que el sociólogo francés denomina "desafiliados" al sistema).
Por primera vez en mucho tiempo, han crecido las distancias entre los dos extremos de la escala social, que se alejan de la mediana, y ha disminuido la composición de las clases medias. Por ello, la reivindicación más importante en estos tiempos es el concepto de ciudadanía y la apelación, de nuevo, a los derechos universales de los seres humanos.
No en vano, cuando se pregunta a la gente qué exige, es cada vez más frecuente que responda: "Quiero ser respetado", "no quiero ser humillado".
La condición primera para la recuperación, según Touraine, es la democracia que transforma a las personas en ciudadanos responsables.
Hemos retrocedido tanto que hemos de defender otra vez las libertades que un día, hace ya bastante tiempo, se conquistaron.
Alain Touraine
Traducción de Jordi Terré
176 páginas. 20 euros
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