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7 ene 2013

Temas a debate: ¿Son necesarios los políticos?

Una campaña contra la política

E.C.
Se incorpora a nuestro debate uno de los más brillantes periodistas del último medio siglo, Eduardo Sotillos, quien desarrolló una exitosa carrera fundamentalmente en la radio y la televisión públicas. Fue además portavoz del primer Gobierno de Felipe González.
Sotillos denuncia en su escrito una “sutil campaña de desprestigio que desde ciertos medios de comunicación se viene haciendo de la vida parlamentaria”.
Con anterioridad hemos publicado artículos de Miguel Ramírez Muñoz, Coordinador Provincial de IU Ciudad Real, Pedro María Castellanos, Delegado de UPyD en Manzanares (sede de la Escuela de Ciudadanos), Juan Rodríguez Rubio, presidente de Liberales Independientes por Manzanares (LIM) y la socióloga Victoria Pozas Escabias.
Animamos a nuestros lectores y a los dirigentes de los partidos y organizaciones sociales a aportar sus opiniones a este interesante debate.
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De la protesta a la propuesta:
la honrosa misión de la política

Defender hoy a los políticos es una tarea ingrata, condenada a no recibir aplausos, pero exigible por coherencia con las convicciones democráticas
La democracia representativa es el único modelo que garantiza el ejercicio pleno de las libertades, y entre ellas la de denunciar y expulsar a los políticos indeseados
Como, pese a quien pese, todavía hay muchos políticos honestos, entregados a las ideas que defienden, reclamo se tenga el coraje de proclamarlo en voz alta
Por Eduardo Sotillos (*)

Defender hoy a los políticos -y no sólo en España- es una tarea ingrata, condenada a no recibir aplausos, pero exigible por coherencia con las convicciones democráticas.


Es innegable la existencia de un clima colectivo de desconfianza nacida de la acumulación de casos de corrupción que afectan a la llamada clase política, pero también de la percepción de que ni siquiera con un cambio de gobierno apoyado sólidamente en las urnas se observa una mejoría en las condiciones de vida, más bien al contrario. El programa electoral que mereció la firma del contrato por parte de los votantes es un papel mojado

El modelo de las libertades

Y así podríamos ir desgranando una serie de argumentos que destruyeran la esencia misma de la democracia representativa, el único modelo, sin embargo, que garantiza el ejercicio pleno de las libertades, y entre ellas la de denunciar y expulsar a los políticos indeseados.

Hay muchos que están dispuestos a hacerlo. Unos, porque nunca creyeron en la democracia sin adjetivos y añoran el pasado. Otros, porque despiertan a la edad adulta en un clima de desencanto y sueñan con fabricar nuevos modelos.
Es con estos, motivados no por la defensa de unos privilegios, sino por su falta de identificación con la actual praxis política, con los que hay dialogar abiertamente, sin paternalismo pero sin miedo.

Es comprensible la desesperación de los políticos que se ven silenciados cuando desarrollan su tarea en el ámbito parlamentario, presentando alternativas reales desde la oposición a las propuestas gubernamentales, miles de enmiendas razonables rechazadas por la aplicación inexorable de la regla de la mayoría absoluta que han supuesto muchas horas de trabajo sin brillo, y aún han de soportar el tópico de que son espectadores pasivos de la realidad.

Más comprensible todavía su perplejidad cuando contemplan, atónitos, el éxito de una frase demagógica convertida en titular, o un gesto irrelevante, populista, transformado en una portada.

Campaña de desprestigio

Hace ya mucho tiempo que algunos venimos denunciando la sutil campaña de desprestigio que desde ciertos medos de comunicación se viene haciendo de la vida parlamentaria.

Las fotos de los escaños vacíos que ocultan el trabajo imprescindible en los despachos o la frivolidad de unas crónicas en las que se engrandece la réplica pintoresca y se margina el discurso ponderado, todo ello favorece la tentación de arrinconar el buen sentido.

Cuando los colectivos ciudadanos afectados por unas normas que van destruyendo los restos de un sistema que denominamos “Estado de bienestar” observan que en los distintos parlamentos se practica un auténtico diálogo de sordos y se consagran unas políticas agresivas contra sus intereses, es normal que decidan obrar autónomamente y llevar su protesta y su grito a la calle.
A veces, cada vez más, a las calles que rodean los parlamentos y, si es posible, en las tribunas abiertas al pueblo. Han comprobado que sus pancartas y sus eslóganes consiguen el eco que no alcanzaron los discursos en los escaños.

La calle, protagonista

Paralelamente a este creciente protagonismo de la calle como escenario de la reivindicación, se incrementa la fuerza de los movimientos sociales alejados de las organizaciones políticas tradicionales, y algunos de ellos fomentan la descalificación, por igual, de quienes ejercen la política.

Incluso de aquellos que están defendiendo en las instituciones sus mismos planteamientos, sustituyendo, eso sí, la simple protesta por la propuesta. Como tengo datos ciertos de que en España, pese a quien pese, todavía hay muchos políticos honestos, completamente entregados a las ideas que defienden, reclamo se tenga el coraje de proclamarlo en voz alta. Antes de que sea tarde.
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(*) Eduardo Sotillos es uno de los más lúcidos representantes del periodismo español de las últimas décadas. Licenciado en Periodismo y Ciencias Políticas, comenzó a trabajar en 1959 en Radio Nacional (RNE) a los 19 años. En 1975 se incorpora a Televisión Española (TVE), donde presentó el principal Telediario en los años de la transición. Ha sido director de Radio Exterior de España y de Radio Nacional y del periódico La Tribuna Vasca.

Tras la victoria de los socialistas en 1982, Felipe González le nombró portavoz de su primer Gobierno, con rango de Secretario de Estado. En 1985 deja el Gobierno para dirigir RNE. Más tarde presenta diversos programas en TVE. En 1991 es elegido concejal dentro de las filas del PSOE en Pozuelo de Alarcón (Madrid), cargo que ocupa durante una legislatura, tras la que regresa a TVE para presentar un telediario y diversos programas en televisión y radio hasta el año 2000.

Desde entonces, ha colaborado en diversos medios radiofónicos y televisivos, entre ellos la Cadena SER. En la actualidad publica análisis políticos en el Diario Progresista.

Es autor de varios libros, entre ellos 1982, el año clave (2002). Ha recibido numerosos premios, entre ellos el Premio Ondas de Televisión (1977).

Enlace con la presentación inicio del debate

Enlace con el artículo del LIM

Enlace con el artículo de UPyD

Enlace con el artículo de IU
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Corrupción, fraude y políticos superan a la sanidad y la educación como problema
El Pais
La corrupción, el fraude y los políticos superan a la sanidad y la educación en la lista de las 10 preocupaciones de los ciudadanos españoles, según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). El estudio, cuyo trabajo de campo se realizó entre el 1 y el 15 de diciembre, refleja un fuerte aumento de la preocupación ciudadana por las prácticas corruptas, que entran en el cuarto puesto (en noviembre preocupaba al 9,5% y en diciembre al 17,2%) por delante de las cuestiones sanitarias (12,9%) y los problemas de las aulas (7,6%).

2 comentarios:

  1. con mi respeto al señor sotillos, que en algunas cosas tiene razón, claro si esto fuese democracia de verdad, y no lo que tenemos, yo creo que si que podríamos pasar sin politicos, hoy por hoy, dada la calidad que la mayoría de ellos tienen

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  2. Vastante sensato el artículo de Eduardo. Añadiría un par de reflexiones más:
    Hace cinco o diez años la calidad de nuestros políticos no era mejor que hoy. Sin embargo la valoración de los ciudadanos no era tan mala. Lo que sí ha empeorado es la economía, pero como los agentes económicos responsables son difíciles de identificar por el gran público y no podemos votarlos ni retirarles el voto, es más fácil despotringar del gobierno, y de la oposición también, por si acaso.
    Recientemente se han publidado cifras inconcretas de políticos implicados en casos de corrupción; parece que son alrededor de 300. Podemos suponer que habrá algunos más que todavía no han sido descubiertos. También podemos suponer que no todos los acusados terminen siendo culpables. A falta de otras cifras más fiables supongamos que estas son aproximadas. Sobre un total de setenta y pico mil resulta, redondeando, que son cuatro de cada mil. Y a los otros 996 les aplicamos la presunción de culpabilidad ¿por qué?
    Los polítios tienen nombre y apellidos. Acúsese a quienes creamos que lo merecen y, sobre todo, retirémosle el voto. Pero al resto no les perdamos el respeto, porque los necesitamos. Pensar que la política es lo que hacen los políticos es una simpleza; pensar que la política es lo que hacen (exclusivamente) los malos políticos es irracional.

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