Comienzo del curso, principio de incertidumbre
La tormenta que se avecina no es otra cosa que la degeneración dirigida de la educación pública en Castilla-La Mancha
Podríamos organizarnos con menos políticos de todos los pelajes, pero cuando prescindimos de médicos, enfermeros, profesores, bomberos o policías, la calidad de los servicios se desmorona
¿Se quiere ahorrar o forzar el sistema hasta que reviente, para así justificar que es un sistema desorganizado e ineficaz?
En mi instituto, el IES Clara Campoamor, de La Solana, alumnos de dos clases de 1º de Bachillerato y una de 4º de ESO perdieron más de doscientas clases el curso pasado por falta de profesor
Por Blas Villalta (*)
Con un extraño cansancio y con el aire viciado: así empezamos el curso en los institutos. El verano sirve entre otras cosas para mitigar el estado de cabreo permanente con que afrontamos el curso anterior todos los que hacemos parte del sistema educativo: alumnos, padres, docentes. Cada día encontrábamos una cosa nueva, un despropósito mayor que el anterior, cuando no agresiones en toda regla.
Pero, aunque no me guste utilizar esta expresión, vemos que en este inicio de curso los que dirigen la Junta vuelven a la carga. Tiene uno la sensación de vivir estos días en medio de la tensa calma que precede al huracán, y ver que empiezan a zarandearse las palmeras inquieta un poco.
El clima del país está enrarecido por tantas indecencias que vemos alrededor día tras día, y esto hace además que toda denuncia de cualquier atropello cobre un tinte político, pero nada más lejos de mi intención que hacer un alegato ideológico.
2.500 profesores menos
Trataré, por tanto, de explicar en poco espacio y con los argumentos de mi propia experiencia en un instituto público por qué creo que la tormenta tropical que se nos echa encima no es otra cosa que la degeneración dirigida de la educación pública en nuestra región.
Lo último es que hace unos días la Junta ha publicado las plazas vacantes que serán cubiertas durante el curso que comienza por profesores interinos. A los más de 800 profesores despedidos a principios del curso pasado hay que sumar ahora otros 1.700 profesionales que se van a la calle, la mayoría de los cuales saben además que se quedan fuera de juego, que no serán llamados a lo largo del curso, pues no se contará con sus plazas en la organización de horarios.
Hay que recordar que los profesores interinos han pasado también por el sistema de oposiciones, quizás más de una vez, en muchos casos aprobando los exámenes, y que la inmensa mayoría, sobre todo, ha desarrollado su tarea docente durante años, lo cual los capacita como al que más para hacer lo que se les encomienda: dar clase.
Ahorren ustedes en la Junta
Por tanto, entendamos que los interinos no son profesores que rellenan, ni son caprichos de los institutos que quieren llenar de trabajadores sus aulas por cumplir el expediente, sino parte de la plantilla necesaria para que un centro funcione. El año pasado muchas clases funcionaron a medio gas, y parece que la consigna para este curso es parecida.
El argumento que esgrimen los que dirigen la Junta para dejar de contratar a un número tan exagerado de profesores es sólo uno: el económico. Hay que ahorrar, dicen. Y ya parece hasta demagógico decir esto que ahora digo: ahorren ustedes en los gastos que ustedes mismos generan, recorten en puestos duplicados o inútiles, en secretariados ocupados por amigos de partido, en prebendas escandalosas, y hagan el favor de no quitarnos aquello que como sociedad necesitamos.
Más demagogia fácil, si quieren: podríamos organizarnos como sociedad con muchos menos políticos de todos los pelajes, pero cuando prescindimos de médicos, enfermeros, profesores, bomberos o policías, la calidad de los servicios que recibimos se desmorona.
Un ahorro del 4%
Pero trataremos de explicar el argumento que nos dan: despidiendo a esta cantidad de profesores, unos 2.500, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha ahorrará menos de 70 millones de euros. Parece mucho dinero, sobre todo si lo ponemos todo junto en una misma cartera; pero si tenemos en cuenta que el presupuesto total de la Consejería de Educación es 1.627 millones de euros, la cifra da qué pensar.
¿Ahorrar una cantidad tan minúscula, un 4% del presupuesto, a riesgo de desestabilizar el sistema, es una buena política? ¿O acaso desestabilizar el sistema, entorpecerlo, degradarlo, empobrecerlo, no es sino la excusa para la política que vendrá después?
Podría decir que no lo entiendo, pero la verdad es que tengo mis propias opiniones al respecto y me dan bastante miedo.
Red pública de institutos
Pero lo que tengo que explicar es por qué con esa cantidad deducida de nuestro presupuesto en educación el sistema se nos empieza a venir abajo. Y lo que puedo contar es lo que hemos sufrido en mi propio instituto durante el curso pasado.
Instituto público IES Clara Campoamor de La Solana |
Yo trabajo en un instituto público, el IES Clara Campoamor, de La Solana (Ciudad Real). Un instituto público, como el 82% de los centros educativos de nuestra región. Porque, no lo olvidemos, según la distribución de la población en toda nuestra región, la única forma viable de educación secundaria, obligatoria hasta los 16 años y voluntaria después, es el sistema que tenemos: una red de institutos públicos, que hemos pagado entre todos los contribuyentes, que mantenemos entre todos los contribuyentes, y que podemos asimismo utilizar y disfrutar como un servicio indispensable para que nuestra sociedad progrese.
Centros privados
En núcleos de población mayores, con otro perfil de ciudadanos, funcionan otro tipo de centros: hay quien prefiere y puede pagar por llevar a sus hijos a institutos privados y selectos. Incluso en otras sociedades, en otros países, el sistema difiere mucho, y pienso en el modelo de Estados Unidos, enfocado a que la calidad educativa también se pague. Pero no es nuestro caso.
Igual que en el ámbito sanitario, hasta ahora al menos, hemos convenido en crear y pagar entre todos una red pública que ofrezca ese servicio, y de todos los ciudadanos depende que este sistema garantice la calidad exigida. Con esto quiero decir: un modelo educativo distinto del que tenemos, en nuestra comarca, no sólo es inviable sino indeseable.
Si funciona bien, nuestro sistema ofrece un servicio universal y gratuito (claro está, después de haber contribuido a pagarlo), garantiza el acceso de los mejores profesionales a los puestos de responsabilidad y (aquí queda mucho por hacer) debería asegurar los buenos usos de todos los participantes.
Retrasos al cubrir las bajas
En mi instituto, el curso pasado, alumnos de dos clases de 1º de Bachillerato y una de 4º de ESO perdieron más de doscientas clases. Esto es, que por no haber profesor no pudieron dar esas clases. ¿Y esto cómo se explica?
La Junta ha decretado este año que las bajas de menos de veinte días no se cubrirán con profesores sustitutos. Veinte días, que el año pasado supuestamente eran quince. Estos alumnos estuvieron sin profesor de Lengua durante el primer mes y medio de curso, y también durante otro mes a mediados de curso. Las primeras tres semanas tampoco tuvieron profesor de Educación Física.
A lo largo del curso dos compañeros, de Inglés y Filosofía, causaron baja por enfermedad larga, es decir, de más de 90 días: en un caso se tardó un mes en recibir un nuevo profesor, en el otro caso mes y medio.
No sé si me dejo alguna, pero no es más que un ejemplo: estos alumnos estuvieron desatendidos (no recibieron el servicio que como centro debemos ofrecer: dar clase y llevar un seguimiento del alumnado) durante demasiadas horas por culpa de que la administración no cumplió con su obligación: cubrir los puestos vacantes por causas justificadas y prolongadas con otro profesional.
Sin inglés
Es de imaginar el descontrol que estas ausencias continuadas de profesores causan en un centro: no hay horas de guardia suficientes para atender a tantos grupos sin clase; los alumnos asumen que esa situación es normal y esperable; no hay cómo evaluarlos a final de trimestre porque no ha habido profesor, ni se ha dado clase y por tanto no hay registros.
Esto último fue un problema en otro de los casos más incómodos que sufrimos a lo largo del curso: la primera semana de mayo una compañera de inglés fue despedida porque la profesora a quien sustituía se reincorporó de repente. Comoquiera que esta otra compañera no podía incorporarse por razones médicas, a los dos días se dio nuevamente de baja. La administración no sólo no devolvió a su puesto a la primera, sino que no mandó a nadie más.
Es decir, dos meses en los que alumnos de 1º y 2º de ESO estuvieron sin profesor, no dieron clase ni hicieron exámenes, ni nada de nada. Aquí el problema fue más grave, porque llegó la evaluación ordinaria de junio, con lo que las calificaciones de estos alumnos deben de haber estado basadas en las notas de la profesora que les dio clase hasta que alguien decidió que ya no tuvieran más.
Esto es lo que más duele, porque afecta directamente al servicio que ofrecemos a la sociedad: usted manda a su hijo al instituto y tiene que aceptar que no dé clase porque alguien decide que no haya profesor: hay que ahorrar.
Pasamos frío en invierno
Por lo demás, debería acaso hablar del frío que pasamos durante varios meses cuando la calefacción no podía encenderse más que una hora o ninguna, y todo porque la Junta se retrasaba en hacer los pagos convenidos.
Ahora nos recortarán un 30% en nuestro presupuesto anual, pero también contamos con que la asignación llegue cuando no haya que rellenar el depósito de gasóleo, porque ya sea primavera.
Es desolador estar en clase viendo a los alumnos más abrigados que en la calle, cuando ni ellos pueden escribir ni el profesor sostener un papel, simplemente porque hace el mismo frío que en la calle. Y eso no nos lo tienen que contar.
Hay cosas menos graves, pero que también suponen el inicio de otro enredo: profesores dando clase de materias distintas a aquella para la que se han preparado, porque no envían a personal suficiente.
Yo, por ejemplo, que soy profesor de Lengua Castellana y Literatura, ya tuve el curso pasado algunas horas de Historia. Seguro que este año veremos asociaciones más insospechadas.
Están, pero no aprenden
Porque este año, como decía, los que nos dirigen vuelven a la carga. El hecho de que se contrate a 1.700 profesores menos en toda la región significa que los que quedamos tenemos que suplir esos huecos de alguna forma: pasaremos a 21 horas lectivas (que no son 21 horas de jornada laboral, que sonaría a chiste), soportaremos grupos de hasta 36 alumnos en ESO y 41 en Bachillerato (lo cual, a estas alturas de la mili, es más descabellado de lo que parece, pues no estamos en 1980), y veremos desaparecer horas de reducción por todos lados, a fin de que podamos asumir a todos los alumnos entre muchos menos profesores.
Lo que menos importa, claro está, es la calidad del servicio que ofrezcamos. Interesa que los alumnos estén, aunque no estén estudiando, aunque no estén aprendiendo.
Panorama desolador
Y aquí es donde yo suelto lo peor de mis sospechas: ¿se quiere ahorrar o se quiere forzar el sistema hasta el punto de que reviente, para así justificar que es un sistema desorganizado e ineficaz? ¿Hay una alternativa para este sistema público y no nos la han contado aún? ¿Cuánto nos costará, particularmente y como sociedad, degenerar este sistema y aceptar que hay que pagar las cosas dos y tres veces?
El panorama empieza a ser desolador, y eso que en el ojo del huracán la situación aparenta calma.
Alrededor vemos cómo todo empieza a desmoronarse, y personalmente siento más tristeza que rabia. Todos los que vivimos en la comarca participamos en este sistema público, unos por convicción y otros porque no tienen más remedio, pero estos abusos que rompen el funcionamiento de las cosas nos agreden a todos.
Como comunidad (con minúsculas, aunque sea palabra mayúscula) debemos reaccionar, denunciar y hacernos valer, para que ciertas disposiciones políticas (con todas las minúsculas) no nos roben lo que ya hemos pagado y consideramos nuestro.
Pero esto no son más que reflexiones de un profesor que se sienta ahora a medir la presión atmosférica y la calidad del aire.
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(*) Blas Villalta es profesor de Lengua Castellana y Literatura en el IES Clara Campoamor, de La Solana (Ciudad Real). Trabaja en Educación Secundaria desde 2006. Ha sido Lector de Español en la Universidad de Trinidad y Tobago.
muy bien¡¡ tenemos que hacer algo pero el problema es que el qué...y quién organiza esto..yio creo que no deberian abrir los centros
ResponderEliminarHAY QUE COGER EL BUEN CAMINO :
ResponderEliminarEl abuso de la fuerza y el fraude por el partido que gobierna , la notoria incapacidad y el estéril idealismo de los que dirigen la política neoliberal , retrajeron a la opinion publica y al pueblo , que es su alma, de la vida política.
A la inmensa resistencia de tanto abuso organizado hay que poner una fuerza poderosa : ¿ de donde la sacareis,hombres del gobierno , partidos políticos , o vosotros los comerciantes , industriales ,o agricultores que os llamáis productores ?, y os aplicáis el nombre de salvadores de la patria. proclamáis la necesidad de una revolución desde arriba o desde abajo ( y una revolución es precisa para quitar bajo el interés nacional los egoísmos triunfantes que ,formando nudo con una orientación política viciosa desde hace siglos nos a llevado a ser la irrisión del mundo ),¿ y cuando se han hecho revoluciones desde abajo o arriba , sin el pueblo ?.
Sentimos bien que la vida publica nacional es la de un organismo incompleto...¿ no vemos que le falta el pueblo ? ¡¡ y nos increpan por que le damos la espalda , cuando su cordura esta en alejarse de muchos políticos !!. Aun con su apasionamiento debéis mantener en el pueblo aliento y esperanza ,cultivárle , educarle : ¡¡ no desangrarle , burlarse ,ni escarnecerle !!. Bajeza es adular al pueblo. Injusticia insigne cargarle culpas por los mismos que las cometieron y siguen cometiéndolas. ¡¡ Hasta hay quien declara al pueblo español incapaz de remedio por condiciones étnicas y antropológicas por su cráneo y por su cerebro !!. Y el pueblo ha aprendido mucho . Os soporta y os soportara aun pero en sus génes lleva airado sus protestas.
monte.arroyo 20/09/12