La reducción del papel de los Ayuntamientos desmonta la base de la democracia
Para el modelo neoliberal, en esta fase de la crisis la democracia es básicamente un estorbo, la grasa que le sobra al sistema
Con la reforma que se prepara, se pretende generar la falsa idea de que los Ayuntamientos son una enorme fuente de gasto público
Es prioritario rescatar a la sociedad del embrujo neoliberal totalitario, porque, sin derechos y sin democracia, volvemos a los tiempos de súbditos y vasallos
Por Miguel Ramírez (*)
Hace un año que se pertrechó la reforma constitucional entre PSOE y PP, para incluir en el Artículo 135 de la Constitución Española el dogma neo-liberal de la mal entendida estabilidad presupuestaria y el tope de déficit público. Todo ello, con agosticidad y sin consultar al soberano, al constituyente, al pueblo español.
Desde Izquierda Unida (IU) denunciábamos que esta constitucionalización del dogma neoliberal, iba a traer toda una transformación política, social, económica y democrática, consistente en barrer del mapa toda la cohesión social y territorial, así como nuestro Estado democrático, social y de derecho.
Han bastado nueve meses de Gobierno del PP para que, en cumplimiento de esta reforma constitucional y de la ley que la desarrolla, se esté procediendo a la practica desaparición de derechos laborales y sociales, se ataque a todo el sector público: enseñanza, sanidad, servicios sociales, transportes, hasta la Justicia y la cohesión administrativa y territorial, además de planear una persecución al disidente, como hemos visto con el aviso a FACUA, o las amenazas a funcionarios que se manifiesten públicamente contra las políticas de recortes.
La reforma constitucional
La trampa de la reforma constitucional que hicieron Zapatero, el PSOE y el PP, por órdenes de Merkel-Sarkozy, es el origen de todas estas reformas y recortes que venimos sufriendo en este último año. Y la reforma de los ayuntamientos que se está estudiando es una vuelta de tuerca más en la obsesión por denostar lo público, pero también para acotar los campos de decisión y participación democrática de los ciudadanos. Y es que en esta fase de desarrollo o de crisis del modelo neoliberal, la democracia es básicamente un estorbo, es la grasa que le sobra al sistema.
El contenido de la reforma se circunscribe a reducir las competencias de los municipios, su número, su composición política, y su control por parte de Diputaciones y Comunidades Autónomas (CC AA). Se trata de generar la falsa idea de que el excesivo número de ayuntamientos, mas de 8.000, son una enorme fuente de gasto público, y se trata de reducir su numero empezando por los pequeños, de menos de 2.500 habitantes.
Concejales que ponen dinero
Esta falsedad es tan grande que solamente arrojaremos un par de datos: la deuda del Ayuntamiento de Madrid supone casi la mitad de la deuda total de todos los municipios de España. Además, la práctica totalidad de alcaldes y concejales de los pequeños municipios no solo no cobran, sino que incluso ponen dinero para acudir a reuniones con otras administraciones, o asumen labores típicas de funcionarios, como conserje, jardinero, etcétera.
Por tanto, no hay una relación entre número de ayuntamientos y déficit, pero sí la hay entre formas y políticas de gestión, cada vez mas privatizadas, que añaden sobrecostes, duplicidades, y errores de control que sí derivan en enormes agujeros económicos.
El municipio es, además, la base de cualquier estructura democrática. Es el primer ámbito de participación ciudadana en la administración de lo público, y es donde se deciden cosas importantes para su desarrollo: el planeamiento urbanístico, la extensión de los servicios públicos, la conservación del patrimonio artístico, cultural y natural, además de contribuir a la configuración y cohesión territorial del conjunto del Estado.
Tremenda y maligna ignorancia
Reducir el papel de un Ayuntamiento a una mera unidad de gasto es de una tremenda y maligna ignorancia, porque es una idea consciente de ir desmontando la base de la democracia, como es lo cercano, el municipio. Y por eso se pretende quitarle competencias y capacidad de decisión y de gestión, para que las asuman las Diputaciones, una de las últimas reliquias del franquismo, que además es una institución que no se elige por sufragio directo de los ciudadanos.
Otro tanto ocurre con la idea de reducción de número de concejales, que no solo empobrecerá la democracia, porque se frenará el paso de opciones políticas ahora no mayoritarias, sino porque blinda el bipartidismo, que es el gran culpable de la crisis económica y de la política que sufrimos, caminando hacia un modelo presidencialista, que es la antesala de la vuelta del caciquismo y del feudalismo.
Delimitar competencias
Una de las ideas fuerza de esta reforma es la delimitación de las competencias municipales. Se prohibirá por ley que un Ayuntamiento lleve a cabo actuaciones que no son de su competencia, por ejemplo, las guarderías o escuelas infantiles, el transporte urbano, o participar de proyectos económicos o de empresas, obligando a su privatización o cierre del servicio.
Es decir, se deja todo al dios mercado. ¿Que se pierde en cohesión social?, pues no pasa nada, porque estaríamos cumpliendo con los mandamientos del nuevo catecismo neoliberal consagrado en la reforma de la Constitución española.
Los Ayuntamientos ya venían obligados, antes de la reforma de la Constitución, al equilibrio presupuestario, y si un ejercicio cerraba con déficit, se debía elaborar un Plan de Equilibrio en el ejercicio siguiente.
Pero a quien crea que por decretar algo por ley se va a cumplir inmediatamente, habría que encerrarlo y tirar la llave, porque eso sería como prohibir por ley la muerte, o que llueva en vendimia.
PP y PSOE no quieren pacto local
El problema que arrastran nuestras corporaciones locales, es que ni el PP ni el PSOE han querido afrontar un pacto local que asegure a los Ayuntamientos una financiación suficiente para atender sus competencias, que deberían ser mayores, para atender las necesidades del municipio. Y no lo han querido porque, con este modelo, han jugado al clientelismo político, haciendo favoritismo con los Ayuntamientos de su color político, y discriminando a quienes no lo eran, desde su poder en las Diputaciones y los Gobiernos autonómicos.
La lógica nos dice que, acercando la Administración a los administrados, se gasta menos y se gasta mejor, sin embargo, aquí iniciamos el paso al contrario, el vaciamiento de la democracia y de la autonomía local, para traspasarlo todo a entidades y organismos que no se han elegido por sufragio ciudadano y escapan al control democrático.
Rescatar a la sociedad
Por tanto, todo lo que está ocurriendo en este último año, desde los recortes en prestaciones sociales, el ataque al sector público, las reformas laborales, las privatizaciones de la sanidad, el encarecimiento de los estudios en la Universidad, etcétera, obedece a un ideal neoliberal que ahora se ha convertido en norma constitucional que impera sobre el resto de nuestro ordenamiento jurídico. Y, lo que es peor, aunque sea a costa de nuestra soberanía nacional y de nuestra integridad social y territorial.
Por eso insistimos desde IU que lo prioritario es rescatar a la sociedad y a la democracia del embrujo neoliberal totalitario, porque sin derechos y sin democracia, volvemos a los tiempos de súbditos y vasallos y, de hecho, en Manzanares viviremos nuestra vuelta al medievo en el primer fin de semana de octubre. Esperemos que sea un espejismo.
(*) Miguel Ramírez Muñoz es Coordinador Provincial de IU Ciudad Real
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