La EpC resucita y vuelve a morir
Tenemos claro que los niños ya no podrán estudiar en la Escuela una parte de su realidad o de la realidad que les rodea
Los chicos seguirán zambulléndose en el mar de religión católica, apostólica y romana que todavía inunda la misma Escuela
Por Miguel Ángel Cuenca (*)
En unos momentos de dificultad mayúscula para muchos españoles, el Gobierno de España y los miembros de la fuerza política que le da sostén (el PP), dedican una parte importante de sus esfuerzos a entretenernos en debates que, siendo importantes también, lo serían más en otros momentos de menores dificultades para casi todos.
Cierto es que puede optarse libremente por no entrar en esos debates (provocados deliberadamente), o no hacerlo yo aquí y ahora, y dejar a los agitadores sin su pequeño bocado. Lo voy a hacer sin embargo en la convicción de que el eco de mi voz será escaso, y de que aquellos peces gordos, verdaderos destinatarios del anzuelo puesto, no lo morderán más que lo justo, no se rendirán completamente a la carnaza por apetitosa que esta sea.
Hoy me detendré en la educación, en la Educación para la Ciudadanía (EpC) más concretamente. Pero perfectamente podría ocuparme también de la pretensión nada gallarda de reformar la legislación que posibilita el aborto, o del repentino interés en reformar ad hoc el sistema electoral, o de otras propuestas hoy inoportunas de los populares. Que son muchas.
El mal que nos aqueja
Demasiadas considerando que lo que ahora toca es oír únicamente las que se dirigieran a la raíz del mal que nos aqueja: el desempleo. O el cierto desahucio de la razón que conlleva y a que con tanto tino se refirió Caballero Bonald en su discurso al recibir el último premio Cervantes.
Apurando, en fin, tan solo sería admisible que se oyeran determinadas propuestas como ruido de fondo, no como el ruido que surgiera para enmascarar o tapar el problema de verdad. Pero vayamos al lío.
Asignatura maldita
La EpC, esa asignatura maldita para los sectores más conservadores de nuestra sociedad ―maldita para algunos, sí―, resucitó fugazmente. Y lo hizo porque ya estaba en el sepulcro que Wert [José Ignacio, ministro de Educación] le estuvo construyendo desde sus tiempos de tertuliano-azote de Zapatero ―a la par que medraba para Ministro―: en el BOE del día 4 de agosto del pasado año 2012 se modificaron los contenidos de EpC en la Enseñanza Primaria, llegando en Secundaria hasta a trocar el nombre de la asignatura por el de Educación Ético-Cívica. Los cambios introducidos: recortes ―¡cómo no!― para presentar a nuestros hijos una realidad así menos real, más cuestionable.
Y resucitó ciertamente la EpC porque el Consejo de Estado, el 13 de abril pasado, emitió dictamen al respecto de la propuesta de LOMCE (Ley Orgánica para la mejora de la Calidad Educativa) impulsada por el ministro Wert.
Un dictamen tardío
En dicho dictamen, para la materia Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos, se extiende lo válido para otras asignaturas: En definitiva, sería preferible que todas las materias incluidas en el bloque de asignaturas específicas, que se configuran con carácter voluntario (“En función de la regulación y de la programación de la oferta educativa que establezca cada Administración educativa y en su caso de la oferta de los centros docentes”), sean de oferta obligatoria para las Administraciones educativas, a fin de garantizar que los alumnos puedan acceder a las enseñanzas necesarias para su formación y, además, puedan hacerlo en condiciones de igualdad en todo el territorio nacional.
El dictamen pudo ser de justicia si no fuera porque llegó tarde, muy tarde. El dictamen lo firmaron consejeros de Estado como Romay Beccaría, Landelino Lavilla, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, etcétera. Con su firma honraron a la finada. Seguro que, en algún caso, porque estaba muy muerta.
Educación sexual
La EpC, en su concepción primigenia, pecó, a juicio de quienes piensan como el señor Wert, porque con ella “el Estado asume la educación moral y política de los individuos y relega a los padres”; porque “en el plano moral no resulta admisible tocar la educación sexual, hablar de familias monoparentales u homosexuales”, etcétera; todo parecía apuntar “a un fin laicista y a un afán adoctrinador por parte del Estado”. La objeción de conciencia por la que abogaron algunos, por tanto, estaba más que justificada.
Mas sepa el señor Wert y los de su escuela, que no nos ha pasado desapercibida la desaparición de EpC en su concepción inicial, aunque todavía el debate en torno a esta sea de baja intensidad (el estruendo del desempleo no ha alcanzado para tapar completamente su liberalidad).
Medicina cristiana
Y que tenemos claro que los niños ya no podrán estudiar en la Escuela ―ni optativa ni obligatoriamente― una parte de su realidad o de la realidad que les rodea. Sí podrán, sin embargo, seguir zambulléndose (empujados) en el mar de religión católica, apostólica y romana que todavía inunda la misma Escuela, pese a que el maligno también encuentra cobijo en la Iglesia; pese a que muchos de quienes dirigen la Iglesia pisan escasamente la realidad; pese a que puede que la Iglesia necesite más que ninguna otra organización de su propia y cristiana medicina.
Descanse en paz la EpC. Y démosle cristiana sepultura, ¡claro!
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(*) Miguel Angel Cuenca es Concejal del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Manzanares.
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J.A. Aunión / Elisa Silió, El País
El Consejo de Estado ha planteado una gran enmienda sobre muchos puntos de la reforma educativa impulsada por el ministro José Ignacio Wert. Aunque su dictamen no es vinculante, el órgano consultivo del Gobierno reclama para empezar un “acuerdo general de las fuerzas políticas y sociales” para “buscar un texto que pueda dar mayor estabilidad al sistema” —esta es la séptima ley de la democracia— y cambios y matizaciones en asuntos polémicos. como la enseñanza en castellano en comunidades bilingües —son las autonomías las que deben garantizar “una proporción equilibrada” de ambas lenguas—, la Educación para la Ciudadanía —debería ser “obligatoria en algún momento”— y la Religión —se está “discriminando” a los alumnos que la eligen porque no pueden asistir a la materia alternativa de valores éticos—.
La Constitución no adjudica a los obispos el monopolio de la educación religiosa
Juan G. Bedoya, el País
No es terquedad de pollino joven. Es irresponsabilidad. Lo peor es que el desaguisado que denuncia el Consejo de Estado, de forma apabullante, sobre la enésima reforma de la educación cívica y religiosa de los niños españoles, se intenta imponer contra toda lógica constitucional.
Desde que murió Franco,la mayor parte del tiempo transcurrido España ha estado gobernada por el psoe :desde Felipe al ...(ponga el adjetivo) Zapatero.Pues bien,algo tendrán uds.que admitir que no hicieron bien para que España,pese a destinar ingentes cifras de dinero a educacion,tengamos los indices de fracaso escolar,abandono de la universidad y etc,etc que ,año tras otro,confirma,entre otros, el Informe Pisa,.¿?O es que el psoe no ha tenido nada que ver ?Hablamos de la Logse?
ResponderEliminarEl artículo de Miguel Ángel Cuenca versa sobre las asignaturas de EpC y Religión exclusivamente. Concretamente sobre el tratamiento dado a una y otra asignaturas a raíz de la llegada del PP al Gobierno de España. No versa sobre los logros o los fracasos de nuestro sistema educativo. Ni sobre las leyes impulsadas por PSOE o PP en materia educativa. Estos otros temas, indudablemente, dan para hablar de ellos largo y tendido.
Eliminarleo estos artículos, con tintes políticos, y nada profesionales refente a la enseñanza, y me pregunto:
ResponderEliminarpor que estos políticos con 30 años en el poder como es el caso del psoe, jamas han dicho, ni revisado, ni rebatido, estas propuestas que ahora, parecen que son el fin del mundo, no quieren ustedes reconocer que estamos a la cola de la educación en europa, es que quizás no tenga hijos en los institutos, o en las universidades, por que si es así, usted se dará cuenta de lo que le estoy hablando.