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19 ene 2013

Temas a debate: ¿Son necesarios los políticos?

Hacia un pacto para salvar la política

E.C.

María Gámez es una de las figuras más destacadas del socialismo andaluz, a pesar de su juventud. Ha ocupado importantes cargos en su provincia natal, Málaga, y actualmente es Portavoz del Grupo Socialista en el ayuntamiento de la capital, y vocal de la Ejecutiva Federal del PSOE.

Gámez, licenciada en Derecho y funcionaria de carrera, se suma hoy con este artículo al debate abierto por la Escuela de Ciudadanos sobre la necesidad de los políticos. La socialista malagueña concluye que "es necesario un pacto entre los principales partidos que corrija los mas destacados males que desprestigian la política".

En anteriores entregas hemos publicado artículos de José María Alfaya, animador cultural y músico; Eduardo Sotillos,  periodista, exportavoz del primer Gobierno de Felipe González; Miguel Ramírez Muñoz, Coordinador Provincial de IU en Ciudad Real; Pedro María Castellanos, Delegado de UPyD en Manzanares (sede de la Escuela de Ciudadanos); Juan Rodriguez Rubio, presidente de Liberales Independientes por Manzanares (LIM); y la socióloga Victoria Pozas Escabias.

Animamos a nuestros lectores y a los dirigentes de los partidos y organizaciones sociales a aportar sus opiniones a este interesante debate.
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La necesidad de una política necesitada

Si esperas que la política resuelva tus problemas, y la cohorte neoliberal se empeña en sesgar tus derechos, es lógico dar la espalda a quien te produce este perjuicio

La distancia entre electores y elegidos sólo deja espacio para la proliferación de totalitarismos y populismos muy poco ventajosos para el interés general

Es necesario un pacto entre los principales partidos que corrija los más males que desprestigian la política

Por María Gámez (*)

Son tantos los pilares que cimbrean esta gravísima crisis económica y financiera que resulta evidente que una de sus consecuencias mayores y más grave es la desafección hacia la política que las sociedades democráticas, en general, y la española en particular está manifestando día a día.

 La realidad es tozuda y pone de manifiesto a tenor de los datos de los últimos parámetros que se derivan de los estudios demoscópicos del CIS que la política o la clase política se convierte en una preocupación, cuando no en un problema, al ocupar un lugar preeminente en el orden de prelación del resultado ante las cuestiones planteadas en la macroencuesta.

Las peculiares características históricas recientes de España y la ya, pertinaz crisis económica, son el caldo de cultivo perfecto para que prolifere la desafección política. Las consecuencias reales de la crisis empecinada en sus efectos neoliberales que atacan, directamente, a servicios básicos públicos como la educación y la sanidad contribuyen al alejamiento de la clase política con la sociedad.

Dar la espalda


Si esperas como ciudadano que la política resuelva tus problemas más básicos y la cohorte neoliberal se empeña en sesgarte tus derechos más fundamentales es de pura lógica que des la espalda a quien te produce este perjuicio.

Hasta aquí este sencillo análisis del contexto que contribuye a esa peligrosa desafección hacia la política que debería ser fácilmente corregible con nuevas medidas de transparencia y flexibilidad tomadas desde el estado de derecho que nos ampara.

Mayor control

Parece obvio que son muchas las razones que exigen un cambio en la relación política-ciudadano. Un salto cualitativo como se produjo en la transformación de nuestro país cuando se dieron los pasos para la elaboración de la Constitución del 78.

Las sociedades democráticas exigen con total legitimidad ejercicios de mayor transparencia, mayor implicación en la toma de decisiones y mayor control sobre sus gobernantes.

Sólo desde la absoluta nitidez en las tomas de decisiones se abandonará la oscura orilla de la desafección política para retomar una mejor relación, tan necesaria, entre representantes públicos y electorado.

Esta distancia o soledad entre electores y elegidos, como ya ha demostrado la historia en episodios recientes y precedentes, sólo deja espacio para la proliferación de totalitarismos y populismos muy poco ventajosos para el interés general.

Necesidad de la política

La necesidad de la política se hace más fuerte que nunca especialmente en un momento como el actual donde las carencias de los servicios más básicos ofrecidos por las administraciones públicas conllevan el desapego a la clase política.

La política es necesaria porque ella nos lleva a los consensos posibles para hacer progresar nuestra sociedad. La política es necesaria porque ha sido ella la que nos ha permitido la elaboración de unos acuerdos democráticos fundamentales que nos permiten modificarlo todo a través de las mayorías resultantes.

El protagonismo recae, gracias a nuestro Estado de derecho, en la soberanía del pueblo español. Esta realidad inmodificable gracias al ordenamiento constitucional parece haberse nublado por el contexto económico y social y requiere un nuevo brío en su constatación tangible.

La pregunta del millón

Las herramientas que entre todos nos demos para ello es la interesante discusión política ante la que está ahora la sociedad española frente al rodillo absolutista de la mayoría del PP en las Cortes Generales.

Las medidas que brotan de ella con fuerza inusitada alejan a la sociedad española de la necesaria política, sirvan como ejemplo las tasas judiciales o la modificación de la Ley sobre RTVE que eliminan de un plumazo cualquier incipiente medida de transparencia política o acceso a los servicios públicos básicos.

El PP y su cúpula nacional vuelven a demostrar con la situación del extesorero, Luis Bárcenas, que está muy alejado de los modelos de transparencia e higiene democrática que exige la sociedad española a clase política y en especial al funcionamiento de los partidos políticos.

La pregunta del millón está en qué podemos hacer precisamente los políticos para volver a generar confianza en los políticos.

Pacto para salvar la política

Ante esto sólo me antoja un camino: un pacto entre los principales partidos que corrija los más destacados males que desprestigian la política. Un nuevo abordaje a los casos de corrupción para su prevención, la revisión de las fórmulas de indultos con casos relacionados con exrepresentantes públicos, el aforamiento, el régimen de incompatibilidades, fórmulas de retribución y cualquier otro de los temas que más despierta la atención entre los ciudadanos.

Los grupos políticos representan directamente la voluntad de la sociedad española y la existencia de ambos responde a una recíproca necesidad. La búsqueda de nuevos y mejores modelos que alienten la sinergia entre política y sociedad deben marcar la profundización en nuestros valores democráticos y en nuestro estado de derecho.

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(*) María Gámez es Portavoz del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Málaga, vocal en la Ejecutiva Federal del PSOE y presidenta de la Ejecutiva Provincial de Málaga de ese partido.

Licenciada en Derecho y funcionaria de carrera del Cuerpo Superior de Administradores Generales de la Junta de Andalucía. Ha sido Delegada de Innovación y, con posterioridad, Delegada del Gobierno de la Junta de Andalucía en Málaga.

Para más información, ver su página web.
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Enlaces con anteriores artículos sobre este debate.

3 comentarios:

  1. Lo que María Gámez plantea es interesante y está bien argumentado, siempre que no sea un pacto para salvarse los políticos y los partidos entre ellos, cosa que suele pasar. No obstante, mira más los defectos de los demás que los propios y no implica una asunción de responsabilidades reales en toda la situación actual.
    Los políticos, y sobre todo la política, son necesarios pero en España lo es mucho más un cambio del sistema electoral en el que se acerque más al elegido con el elector.
    Es necesaria una mayor responsabilidad de las decisiones personales políticas y no ampararse en argumentos de alta política ni en mandatos de partido. Si no quieren hacerlo los demás que lo haga solo el PSOE en sus listas, nadie le impide poner una oficina abierta al público de los diputados en su demarcación en lugar de hacerlo en la sede del Partido, donde no va a ir nadie de fuera.
    ¿Todavía se puede sostener en el PSOE el cambio constitucional impulsado por Zapatero para poner un límite al déficit?; pues todos los que votaron eso en el Congreso y el Senado deberían ser eliminados de las próximas listas. Esa generación está quemada políticamente, desde mi punto de vista. Hacerlo daría una buena imagen de la política. Personalmente mientras vea a alguno de los diputados por Ciudad Real que entonces votaron eso en las listas no las votaré. Me gustaría poder eliminarlos uno a uno, como se hace en el Senado; poder hacerlo sería también un buen cambio.

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  2. monte.arroyo 22 /01/13
    He leído algunos de los comentarios que se hacen en la Escuela de Ciudadanos , todos interesantes pero algunos caen en el mismo error o no profundizan en todo lo que se debería cambiar . Leo en el comentario de María Gámez donde dice que la política es necesaria , pues claro que es necesaria por eso se avanza en las sociedades , haciendo Leyes,y llegando a acuerdos , para un mundo mejor .
    Pero en lo que no estoy de acuerdo cuando dice que hay que hacer un pacto entre los principales " partidos ¿ PP, PSOE ? yo diría entre todos los partidos políticos con representación en el arco Parlamentario ; por que también en los pequeños partidos hay gente pensante y democrática que pueden aportar ideas y entonces si seria una verdadera Democracia Parlamentaria , donde se irían curtiendo en estar mas cerca del pueblo ,aceptando elogios y criticas a su trabajo de políticos para lo que los hemos elegido y ellos voluntariamente se han presentado.

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  3. Aceptable el artículo de María Gamez, aunque poco creible. Menos elaborados pero más sensatos los comentarios. Ojalá hubiera más ciudadanos pensantes; ese sería un buen motor del cambio. Mientras no cambiemos la relación de fuerzas entre partidos sólo se harán los cambios necesarios para que todo pueda seguir igual. El cambio que necesitamos es muy profundo y debe afectar a toda la sociedad. Necesitamos una nueva constitución, y no conviene hacerla con prisas ni bajo presión, como la actual. Se pueden ir haciendo borradores expuestos al público que se vayan completando con aportaciones de todos. Cuando estén pulidos se llevarían a las Cortes, donde todos los debates y pactos entre partidos se tendrían basar en esos borradores para elaborar un proyecto que se tramitara con arreglo a lo que prevé la actual Constitución para su reforma.

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