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29 feb 2020

La creación literaria con perspectiva de mujer, protagonista en la Escuela de Ciudadanía


Berna González Harbour y Nuria Barrios en la EdC de Manzanares

Crónica del encuentro entre las escritoras Berna González Harbour y Nuria Barrios en la Escuela de Ciudadanía



Berna González Harbour: “La literatura no está para corregirnos sino para delatarnos”

Nuria Barrios: “Es un modo de conocimiento que nos explica de una forma completa y profunda aquello de lo que habla”
  

Ambas defienden que la literatura no tiene que ser políticamente correcta


Por Blas Villalta*
En tiempos en que los papeles sociales de hombres y mujeres están siendo repensados y reconfigurados, el debate es más que nunca bienvenido. La Escuela de Ciudadanía, de Manzanares, propuso este viernes muchos puntos para el debate a través de la mirada lúcida de dos periodistas y escritoras de éxito: Berna González Harbour y Nuria Barrios.
Bajo el título ¿Literatura sin hombres?, la Escuela de Ciudadanía abordó con ambas autoras el asunto complejo de cómo crear textos de ficción a partir de un canon literario basado en la mirada masculina, y qué mirada han aportado las mujeres, como creadoras de contenidos, desde su tardía incorporación a la creación literaria.
Las dos escritoras, de amplia trayectoria en medios de comunicación y con consolidadas carreras literarias, hablaron de sus experiencias más recientes: en el caso de Nuria Barrios, la publicación hace apenas un mes de su última novela, Todo arde, en la que relata el descenso a los infiernos de un adolescente que quiere que salvar a su hermana del mundo de las drogas en un poblado chabolista a las afueras de Madrid.
La autora madrileña recordó que cierta crítica ha destacado el asombro que produce que una mujer utilice un lenguaje tan audaz y que sea capaz de crear personajes masculinos y femeninos tan eficaces. Barrios explicó que ese concepto de audacia, en el uso del lenguaje, en el trabajo de campo necesario para captar el ambiente, probablemente no habrían sido tenidos en consideración si, en vez de una mujer, el libro lo firmara un hombre.
Berna González Harbour relató una experiencia parecida a partir de su última novela publicada, El sueño de la razón, en 2019. Una obra protagonizada nuevamente por la comisaria María Ruiz, en la que una cadena de crímenes tiene relación con hechos del pasado, y en concreto con las pinturas negras de Goya, con el contraste entre el color y la negritud en las distintas etapas del pintor, y en la que la autora trata el mundo de los okupas, del subsuelo madrileño.
La escritora cántabra confesó que la idea de crear a su comisaria como protagonista de sus novelas supuso una venganza inconsciente hacia los clichés en los que la novela negra había encerrado los papeles de la mujer: acompañante, objeto deseado o detestado, femme fatale o malvada. Con este personaje, la autora intentó recrear “una realidad que es la nuestra”, donde las mujeres tienen iniciativa, por mucho que se muevan en un mundo de hombres.
En el fluido diálogo de las autoras, seguido con gran interés por el público, Nuria Barrios explicó que uno de los problemas a los que se enfrentan las escritoras en la actualidad es tratar de representar los personajes masculinos y femeninos a partir de un canon literario concebido desde la visión masculina, y en concreto desde la visión de hombres blancos.
Habló del “gran abuso” que ha constituido la historia oficial de la literatura, en el que aún hoy la mayoría de premios y representaciones institucionales recaen en hombres, y así ocurre desde distinciones como el Premio Nobel a los sillones de la Real Academia. Recordó que muchas mujeres han publicado a lo largo de la historia bajo un seudónimo, como hicieron las hermanas Brönte, Louisa May Alcott, Mary Shelley en la primera edición de Frankenstein, o incluso, más recientemente, J. K. Rowling. O, en frase de Viginia Woolf, por qué no considerar que ese “anónimo” que figura como autor de innumerables obras literarias no pudiera ser una mujer.
El problema principal, según la madrileña, es que ese canon literario se ha transmitido por igual a hombres y mujeres, con unas nociones de masculinidad y feminidad muy definidas: la una “asociada a lo cerebral, a lo duro, a lo público, a lo audaz”; la otra, “ a lo débil, a lo suave, a lo pequeño, a lo doméstico y pasivo”. Y que ese estereotipo es algo que contamina incluso la literatura escrita por mujeres, por lo que las escritoras se ven obligadas a desaprender para poder encontrar su propia voz.
La periodista Berna González Harbour explicó que las figuras femeninas de la literatura, ya sean ejemplos brillantes como Anna Karenina, Madame Bovary o la Regenta, existen en función de la mirada del hombre: “como objeto deseado, engañado o desamado”, por lo que ofrecen siempre una visión incompleta.
Por otro lado, en cierta literatura escrita por mujeres, se ha pretendido completar ese vacío dejando al hombre como el ausente, como un “biopadre” o siguiendo el estereotipo de la violencia. Por ello, González Harbour concluyó que todos “debemos estar atentos a cómo nos pintamos los unos a los otros”, para evitar repetir estos estereotipos.
En este sentido, también Nuria Barrios destacó que el retraso grande con el que las mujeres han irrumpido en la creación literaria ha llevado a muchas mujeres a intentar llenar ese vacío hablando solo de mujeres.
Hablaron también de entresijos del oficio literario: la dificultad de crear tramas y, sobre todo, personajes complejos y eficaces para sus novelas, que se muestren “completos, no escindidos”. Nuria Barrios tomó unas citas de las escritoras Jeanette Winterson y Siri Hustvedt para recordar que “el gran arte es masculino y femenino al mismo tiempo, puesto que nace de algo emocional”. Yendo incluso más allá, mencionando en corrientes de pensamiento que hablan del transgénero o la inteligencia artificial.
Berna González Harbour confesó que ella no cree en la literatura militante. Tomó el ejemplo de series como Los Simpson, donde “todos los personajes masculinos son idiotas”, como algo que no debe hacer el arte, puesto que “la literatura no está para corregirnos sino para delatarnos”.
Recordó que la literatura de hoy en día debe empatizar con los lectores actuales, puesto que la sociedad ha cambiado: “Rosalía pinta un mundo que no es el de Camarón”. Abundando en este aspecto, Nuria Barrios insistió en el concepto de que “la literatura es un modo de conocimiento, puesto que nos explica de una forma completa y profunda aquello de lo que habla”; y que, por tanto, dentro de un siglo tendremos muchas referencias de cómo fue la sociedad de hoy a través de los personajes literarios creados por mujeres.
Al final del acto, se abrió un turno de preguntas, en el que participaron varios de los asistentes, y en el que las autoras explicaron que, a pesar de la persistencia del machismo institucional, las editoriales siguen buscando y promocionando la literatura escrita por mujeres, teniendo además en cuenta que, según los últimos estudios sobre hábitos de lectura y compra de libros, el mayor número de los lectores siguen siendo, precisamente, lectoras.
En conclusión, de la animada charla de ambas escritoras podemos extraer muchas lecciones, y una por encima de ellas: siempre hay que cuestionar la visión dominante desde la que se crea la cultura. En una sociedad en continuo cambio y redefinición de papeles, entender el punto de vista de los otros, y de las otras, nos ayuda a conocer y a conocernos a nosotros mismos. Fomentar esta labor crítica es una de las razones por las que existe la Escuela de Ciudadanía.

(*) Blas Villalta es profesor de Literatura en la Escuela Europea de Bruselas III y vocal en la junta directiva de la Escuela de Ciudadanía.

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