Manzanares, 30 de enero de 2009.
Por Román Orozco.
Permítanme una referencia personal: hace muchos, muchos años, allá por 1965, mi entonces novia y hoy mi esposa Mari tomamos unas cañas, en un bar de la madrileña calle de Ríos Rosas, con un estudiante de Ciencias Físicas, que era entonces uno de los líderes del movimiento estudiantil antifranquista. Su charla era apasionada e inteligente, adobada con gotas de humor. Cuando nos despedimos de él, y mientras aquel estudiante bajaba las escaleras del metro, mi novia me dijo:
- Oye, ese amigo tuyo está un poco loco...
- Si, estará un poco loco, pero es un tío cojonudo –le contesté.
Aquel loco genial era Miguel Ángel Aguilar.
Yo trabajaba entonces en una revista, Gaceta Universitaria, en la que también colaboraba Miguel Ángel. Desde entonces, hemos sido compañeros en distintas aventuras periodísticas.
Aguilar y yo –perdonen la inmodestia- somos de los pocos periodistas en activo que han trabajado para los medios más independientes y defensores de los valores democráticos que ha habido en el último medio siglo en España: Diario Madrid, que terminó dinamitado por el régimen franquista, Cambio 16, El País, la SER.
Pero además de en esos medios, Miguel Ángel ha trabajado en otros muchos. Fue director de Diario 16, cargo al que se incorporó precisamente el 16 de marzo de 1977, el mismo día en que se anunciaba que Adolfo Suárez podría ser candidato a la presidencia del gobierno en las primeras elecciones libres y democráticas que se celebrarían en España en 40 años. También ha dirigido la agencia EFE y el periódico El Sol.
Pero será posiblemente el Aguilar de los últimos veinte años el más deslumbrante. Su sentido del humor, su inteligente ironía, su independencia en el análisis, lo han convertido en el comentarista político más popular de la radio, la televisión y la prensa escrita.
Lo pueden ver en diversos programas de televisión, escuchar en los informativos de la Cadena SER, Hora 14 y Hora 25, y leer en los periódicos en los que publica semanalmente sus columnas: El País, La Vanguardia y Cinco Días.
Por ello, Miguel Ángel no se incorpora a esta Escuela de Ciudadanos por ser un viejo amigo mío, sino porque a lo largo de todas estas décadas, ha demostrado con creces ser un periodista comprometido con la verdad, la libertad y la independencia.
Un periodista que es visto como un ciudadano ejemplar por los miles de seguidores con los que cuenta en toda España y al que es un honor recibir hoy en esta aula.
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